Pasar al contenido principal
29/12/2024

"Nuevas aerolíneas": entre problemas nuevos y otros inventados

José Medina Go… / Domingo, 15 Agosto 2021 - 21:14

Las últimas semanas del entorno aeronáutico mexicano han sido verdaderamente un caos si se aprecian a la luz de la distancia crítica y la fría objetividad de los datos. Como hemos dicho muchas veces ya en este espacio, en un entorno nacional polarizado, distanciado y confrontado entre la razón y la demagogia, es fácil que al calor de las pasiones ideológicas (reales o financiadas) se incurra en un discurso sin apego a la realidad. La aviación mexicana está en crisis desde hace mucho tiempo, pero se ha acentuado profundamente desde hace año y medio.

De igual forma, también hemos mencionado en este espacio que resulta imperativo que las autoridades nacionales en la materia se pongan a la altura de las circunstancias. En más de un sentido y aspecto, hemos visto prácticamente todo lo contrario. Desde una autoridad pasiva hasta intrascendente, y desde autoritaria a negligente. En este y tantos otros espacios se ha presentado y reflexionado en torno estos casos, no para criticarlos irreflexivamente sino para mover a una consciencia constructiva encaminada a dar solución a los retos que enfrentamos. Y eso es justamente lo que necesitamos: dar solución a problemas, no generar nuevos.

Si tomamos esta última aseveración como una de las premisas esenciales de la gestión pública, entonces algunas “propuestas” de la actual administración no tienen mucho sentido. La lista es, por desgracia, muy amplia. Pero en esta ocasión atraigo la atención a algunas declaraciones emitidas hace apenas unas semanas en las que se expresó la intención del gobierno mexicano para apoyar con aproximadamente $155 millones de dólares en la creación de una nueva aerolínea nacional. Un grupo de inversionistas privados, así como una cooperativa de ex empleados del sector tendrían la oportunidad de participar. Algunas declaraciones adicionales dejaron entre ver un plan mucho más profundo: que esta aerolínea se convirtiera en la nueva Mexicana de Aviación.

Esta extinta compañía emblemática del sector aeronáutico nacional tiene una historia rica, profunda, y tuvo un final tormentoso y -a opinión del suscribiente- totalmente innecesario y plagado de irregularidades. A la luz de la distancia podemos decir que parte de una serie de actos criminales, y que sin duda sus perpetradores quedaron mayoritariamente impunes. Desde hace años el gobierno federal se ha comprometido a solucionar este tema y dar atención a sus ex empleados, terminados injustificadamente. Entiendo bien que argumentos a favor y en contra los hay, y se han planteado en numerosos foros; pero el hecho es que administraciones han venido e ido y el problema sigue ahí, y la respuesta a sus afectados sigue en la congeladora. Algo auténticamente absurdo.

Una de las promesas de campaña de quien hoy detenta la titularidad del ejecutivo fue atender y solucionar el tema Mexicana de Aviación. Por tres años, siguiendo la tendencia, no se ha hecho nada al respecto. Más bien se ha ignorado el tema, como tantos otros de este sector y otros. Pero con esta propuesta de crear una “nueva” aerolínea, se antoja como una posible solución, una salida a un compromiso vacío, y una respuesta a las voces críticas: este nuevo engendro comercial será la resurrección de Mexicana de Aviación, quien como ave fénix renacerá como la aerolínea del Estado Mexicano. Sin embargo, como tantas otras veces, lo que parece una respuesta a un problema realmente enmascara problemas mucho más graves en el porvenir.

El tema de Mexicana de Aviación es todo un galimatías. Adentrarse en tratar de entenderlo es complejo, y requiere de mucha profundidad analítica, un conocimiento detallado de la situación, y difícilmente se pueden dimensionar todos los detalles del problema. En otras palabras, fácil y de un plumazo no se arregla este problema. Además, con el paso del tiempo muchas aristas se han generado, y muchas grietas más se han complejizado más. Es un verdadero problema que requiere de una atención minuciosa, y un verdadero compromiso político-administrativo para desenredar nudos que en su momento fueron atados para tapar intenciones muy cuestionables.

Por lo tanto, crear una “nueva aerolínea” y llamarla “Mexicana de Aviación” no soluciona el problema, de hecho, lo complejiza más; pues al haber más de una figura jurídica con ese nombre queda la duda de cómo se van a atender los problemas del pasado y la administración del presente. Por otro lado, queda la duda de cómo va a operar esta nueva línea. Recordemos que al perder la Categoría 1 de Seguridad Aérea los márgenes de operación aeronáutica de nuestro país se limitan mucho, y al no estar haciendo prácticamente nada para recuperar esta clasificación, como ya lo hemos discutido, el problema se incrementa exponencialmente.

Queda también en duda cómo funcionaría esta nueva empresa, y en qué situación queda la participación del Estado. Desde hace décadas no hay una participación directa de esta manera del gobierno mexicano en aerolíneas comerciales, y los ejemplos que tenemos de su participación en otros sectores han sido -por decir lo menos- desastrosos. Si reconocemos cual ha sido el desempeño actual de las autoridades nacionales en la materia, y eso lo extrapolamos a su participación en iniciativas conjuntas con el sector privado, mal agüero asegura y pronóstico reservado mantendría. 

Existe otra postura, que en caso de ser cierta evidenciaría un problema muchísimo más grave: esta nueva aerolínea -se llame como se llame al final- serviría para dar sentido al Aeropuerto Internacional Felipe Ángeles, mejor conocido como Santa Lucía. De hecho, esta hipótesis no es tan descabellada, en razón que prácticamente todas las aerolíneas nacionales e internacionales han manifestado su reserva (y en otros casos franca negativa) de volar al AIFA una vez que sea concluido. Y la razón es brutalmente obvia, y lo ha sido desde hace tres años: volar a este “aeropuerto” es profundamente inseguro, no existe conectividad con virtualmente ningún centro urbano o vía de comunicación estratégica, no hay viabilidad en el proyecto. 

Visto de otro modo, hay un problema esencial en el diseño: se suponía que debería ser un excelente aeropuerto con una base militar adjunta, pero esta siendo una excelente base militar con un aeropuerto adjunto. Eso no es atractivo, viable ni lógico para ninguna aerolínea comercial. Ante la reticencia de prácticamente todas las aerolíneas para volar ahí -y de manera indirecta evidenciando la pésima decisión y subsecuente pérdida casi total de la inversión en esta instalación y sus auxiliares- resulta necesario tener al menos una línea aérea que opere y tenga rutas al AIFA. Dado que la IP no tiene interés, ¿podría ser una aerolínea apoyada o del Estado? 

Si es así habría que ver costos, beneficios, riesgos, y qué tan redituable es. De entrada, podemos augurar un escenario poco positivo: los costos serían altísimos, muy pocos beneficios potenciales al operar prácticamente solos y con rutas limitadas, con altísimos riesgos operaciones, y para pronto, muy mal negocio. Pero justificaría el Felipe Ángeles, al menos momentáneamente. No justificaría ni remotamente cancelar el proyecto de Texcoco, y en el mediano plazo quedaría como un ejercicio excesivamente caro e inútil. Y para colmo, no arregla el problema “inicial”, pues no soluciona en lo más mínimo el caso de Mexicana de Aviación. A menos que sea la antesala de la parte dos de esta muy azotada empresa que surcó los cielos nacionales con orgullo y distinción. 

Facebook comments