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27/12/2024

50 años desde que el Concorde llegó por primera vez a México y yo estaba ahí para verlo

Juan A. José / Miércoles, 23 Octubre 2024 - 01:00

No cabe duda; el tiempo vuela más rápido que cualquier aeronave, incluyendo el hermoso supersónico anglo francés Aérospatiale-British Aircraft Corporation (BAC) Concorde, al que hay que reconocer como el ejercicio colaborativo europeo que dio pie a la creación nada menos que de Airbus, cuya primera visita a México tuvo lugar el 20 de octubre de 1974, es decir hace ya 50 años, tarde en la que gracias a su padre que accedió a llevarme al Aeropuerto Internacional Benito Juárez” de la Ciudad de México (AICM) este analista, entonces entrando a la adolescencia, tuvo el privilegio de verlo aterrizar en su pista 23 izquierda desde la terraza de lo que era la Terminal de Aviación General. Se trataba del Concorde 102, matrícula F-WTSA, uno de los dos ejemplares de preproducción del modelo que se distinguía del resto por portar en su lado izquierdo los colores de Air France y en el derecho los de British Airways. Procedía del Aeropuerto Heathrow” de Londres, Inglaterra haciendo escala en Gander, Canadá.

El avión hizo un vuelo de demostración desde y hacia el AICM, alcanzando velocidad supersónica una vez sobre el Pacífico mexicano a la altura de Acapulco, Guerrero, llevando a bordo periodistas y gente de aviación, entre ellos un finado compañero (Alejandro González Muñoz) de escuela privada de este columnista, cuyo hermano, Servando, era a la sazón una importante figura de la comunicación aeronáutica y aeroportuaria nacional, lo cual me invita a recordar mi relación con el Concorde, que si bien no tan cercana como la de Alejandro, simple y sencillamente por haber volado en él, quiero pensar es abundante toda vez que incluye haberlo visto decenas de veces, la primera en el Aeropuerto de Orly (París, Francia) en el año 1972 y posteriormente operando en aeropuertos como el AICM (en sus inolvidables operaciones regulares en los colores de Air France y chárter incluyendo por lo menos una de British Airways), el Charles de Gaullede París donde lo vi abortar un despegue desde su torre de control y el Kennedy” de Nueva York (comercialmente hablando su gran Meca).

Imposible olvidarme de cuando tuve la oportunidad de verlo aterrizar en la pista 05 derecha del AICM en el año 1982 en uno de sus últimos vuelos regulares solo para visitar su interior una vez que habían descendido los pasajeros, experiencia que repliqué al hacer lo propio tiempo después en un ejemplar de British Airways en compañía de mis amigos Armando Quiroz (un grande recién desparecido) y Luis Antonio Durán (un entrañable de la verdadera Mexicana de Aviación), como imposible olvidar también las veces que lo he visitado en algunos de los museos que albergan los 18 ejemplares existentes de los 20 fabricados, caso del Museo del Aire y del Espacio de Le Bourget en las afueras de París que presume con orgullo el prototipo original F-WTSS, por cierto visitable, además del F-BTSD otrora de Air France; del Intrepid Museum en Manhattan que exhibe al G-BOAD de British que alguna vez llevó en su costado derecho los colores de Singapore Airlines promocionando la extensión hacia esa ciudad estado del sudeste asiático de la ruta regular original de los Concorde ingleses entre Londres (Heathrow) y Bahrein (Emirato); del Museo del Vuelo de Boeing en Seattle, Washington donde vi el G-BOAG; del anexo Udvar-Hazy del Museo del Aire y del Espacio de la capital norteamericana, localizado a un lado del Aeropuerto Dulles” donde se encuentra el F-BVFA; del Museo Aeroscopia de Airbus en Toulouse, Francia donde se exhibe el F-FVFC y si bien en realidad no es un museo, de las instalaciones del Aeropuerto Charles de Gaulle” en las que vi el F-BVFF.

Sin embargo, el más entrañable encuentro que he tenido con el Concorde se registró en el año 1987, cuando antes de volar con mis padres en un Boeing 747-200 de Aerolíneas Argentinas desde el AICM nos topamos con que un Concorde de Air France estaba estacionado en la plataforma. Mi gran amigo el doctor Luis Aragón nos facilitó engomados de acceso para acercarnos a disfrutarlo, experiencia que comparto incluyendo una imagen mis progenitores ante la majestuosa máquina.

 

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Es cierto; los mexicanos fuimos muy afortunados por tener una estrecha relación con este enigmático avión; es más, hasta un museo tiene en nuestro territorio, concretamente en Ciudad Juárez, Chihuahua, en donde se pueden observar más de 120 de sus componentes.

Y a todo esto creo que debo proponer un debate: Además las muy documentadas visitas al AICM y al Juan N. Álvarez” de Acapulco, ¿qué otros aeropuertos mexicanos tuvieron al Concorde en sus pistas? Hay evidencia fotográfica que en el año 1978 estuvo en el Crescencio Rejón” de Mérida, Yucatán y de acuerdo a mi memoria y a lo que la Inteligencia Artificial me dicen, pudo haber aterrizado además en el Gustavo Díaz Ordaz” de Puerto Vallarta, Jalisco y en Cancún. ¿Será? Quizás mis estimados lectores me puedan ayudar a validar o desechar esa premisa.

Por lo pronto no me queda otra que decir: ¡Gracias Concorde por adornar los cielos de México y por ser parte de mi vida!

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