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27/12/2024

El desafío del control de armamentos en el espacio

Fermín Romero / Viernes, 23 Agosto 2024 - 01:00

La idea de militarizar el espacio exterior no es nueva, desde la carrera espacial durante la Guerra Fría, las potencias mundiales consideraron el espacio como una nueva arena de operaciones; a pesar de que el Tratado del Espacio Exterior / Outer Space Treaty (OST) de 1967, estableció el marco legal básico para la exploración y utilización pacífica del espacio. Desde entonces, la militarización del espacio es una preocupación, el despliegue de satélites militares, el uso de armas antisatélite (ASAT) y la discusión sobre la posible ubicación de armas en el espacio mantienen una tensión permanente.

La nueva carrera espacial (NCE) y el NewSpace se desarrollan en el contexto de una reconfiguración geopolítica a escala global en la que los Estados Unidos y China se encuentran en una disputa abierta por consolidar su propio liderazgo y dominio espacial. Rusia, desplazada por China e India en el espacio, también busca imponer su jerarquía de potencia espacial, aunque con pocas posibilidades debido al conflicto en el que se encuentra inmersa Ucrania, con el desgaste que ello implica. En este escenario de reconfiguración -que claramente reduce la hegemonía estadunidense- se vislumbran nuevos bloques delineados por las cuestiones de seguridad, política, economía, comercio y la exploración espacial, cuyas características destacan por el traslado del poder económico hacia el este, así como la conformación de nuevas estructuras de poder global, donde los actores no estatales, incluidas las empresas multinacionales de base tecnológica, influyen de manera determinante tanto en el diseño de las regulaciones y políticas como en las decisiones mundiales.

Por citar un ejemplo de actividades o misiones espaciales poco transparentes, China y Rusia están adaptando sus operaciones de encuentro y proximidad, que realizan sus naves espaciales al acoplarse a la Estación Espacial Internacional (EEI), convirtiéndolas en potenciales capacidades ofensivas. El otro asunto de tensión con los EE.UU. es el recurrente despliegue de satélites militares chinos y rusos en la órbita baja terrestre (LEO), con cargas útiles desconocidas y capacidades contraespaciales que incluyen operaciones cibernéticas, guerra electrónica, comunicación y reconocimiento por satélite, que podrían afectar los mecanismos de mando y control sobre activos espaciales, y que podría influir las operaciones satelitales, la vigilancia espacial y otras actividades militares relacionadas con el espacio. A nadie sorprende que los EE.UU. y China vigilen de cerca lo que uno y otro hacen en el espacio ultraterrestre.

Estos enfrentamientos geoestratégicos entre las potencias espaciales (space-faring nations) evidencian la vulnerabilidad del sistema multilateral y los organismos internacionales especializados en gobernanza política, económica, financiera, comercial, climática y espacial a nivel global. La velocidad y profundidad de la innovación tecnológica en el sector espacial requiere de una nueva arquitectura de gobernanza espacial global para regular el uso pacífico, responsable y sostenible por parte de los Estados y empresas en el espacio ultraterrestre. La disputa económico - comercial EE.UU. vs China va más allá de la búsqueda del liderazgo en la NCE, los semiconductores, minerales estratégicos y la IA; tiene motivaciones vinculadas con sus propias estrategias de seguridad y defensa. No olvidemos que son los Estados los que juegan un rol cardinal en la ejecución de medidas y políticas enfocadas a mantener la estabilidad, paz y seguridad internacionales.

En momentos en que los conflictos se agudizan (Ucrania y el Oriente Medio), es imprescindible generar las condiciones para que los Estados con armamento en el espacio, comprometen esfuerzos en favor de la desmilitarización y el control de las armas en el espacio. Por ello, desde esta columna frecuentemente insisto en alertar sobre la urgente necesidad de que las Naciones Unidas (el Consejo de Seguridad, la Conferencia de Desarme, la Asamblea General y la COPUOS, esta última enfocada en las cuestiones jurídicas e investigación científica basadas en la cooperación internacional, sin injerencia en cuestiones de seguridad), asuman un papel protagónico en la definición de normas y políticas actuales que permitan reducir la incertidumbre, los riesgos y potenciales amenazas emergentes a la paz y seguridad internacional, además de la seguridad espacial, ya que al no hacerlo posibilitan que los conflictos escalen al espacio con las muy lamentables consecuencias de esto, como lo hemos analizado previamente en diversas ocasiones. La no proliferación de las armas en el espacio y la seguridad espacial negociadas en la Conferencia de Desarme, son discusiones que se encuentran estancadas desde hace décadas, y el derecho espacial vigente es insuficiente e inadecuado para regular las actividades espaciales en el contexto del desarrollo tecnológico actual y futuro.

Aunque parezca difícil de creer, rusos y chinos han impulsado iniciativas en las Naciones Unidas para fortalecer el derecho espacial vigente. El Tratado sobre la Prevención del Emplazamiento de Armas en el Espacio Ultraterrestre, fue propuesto en la Conferencia de Desarme (2008) por Rusia y China, pero no recibió el apoyo de los EE.UU., dicho tratado propone prevenir el emplazamiento de armas en el espacio ultraterrestre y el uso o la amenaza de uso de la fuerza contra activos espaciales, como lo señalé en la entrevista que concedí al reportero Javier Rodríguez Carrasco del medio RT, en julio pasado, en la que analizamos los riesgos de la militarización del espacio.

En 2014, se votó el proyecto revisado en la Asamblea General de las Naciones Unidas (AGONU), con 126 votos a favor, 46 abstenciones y cuatro en contra. Estados Unidos votó en contra de la resolución porque el tratado no incluyó un proceso de verificación, acorde con las disposiciones del instrumento jurídico. Las preocupaciones estadounidenses por la verificación se utilizan frecuentemente como pretexto, cuando son otros factores políticos y estratégicos los verdaderos impedimentos para el avance en la desmilitarización del espacio.

La resolución 69/31 de la AGONU “Prevención de la carrera de armamentos en el espacio ultraterrestre”, fue aprobada el 2 de diciembre de 2014 por una mayoría de 178 Estados a favor, ninguna abstención y sólo 2 en contra. En ella se invitó a la Conferencia de Desarme a establecer un grupo de trabajo bajo el tema de agenda “Prevención de la carrera de armamentos en el espacio ultraterrestre”, en la fecha más cercana posible a su período de sesiones de 2015. La AGONU también aprobó la importante e histórica resolución titulada “Compromiso de no ser el primero en emplazar armas en el espacio ultraterrestre”, la cual insta a cumplir el compromiso sobre la base del proyecto de tratado para la prevención del emplazamiento de armas en el espacio ultraterrestre y la amenaza o el uso de la fuerza contra objetos situados en el espacio ultraterrestre, presentado por China y la Federación de Rusia en la Conferencia de Desarme. Los EE.UU. de nuevo fueron la voz discordante en contra de la resolución, declarando que las armas en el espacio quedaban indefinidas. Esta postura, interpretada por la comunidad internacional como una falta de voluntad para mejorar la seguridad en el espacio, frente a la china y rusa de aparentar fomentar la paz (que contrasta con sus acciones que en la práctica reflejan lo contrario), exhiben su intención de no comprometerse a acuerdos vinculantes sin una función específica, para obligar que todas las partes se adhieran a una política definida. En este tema en particular, el gobierno de los EE.UU. debe reevaluar sus posturas y tomar la iniciativa con argumentos válidos a la hora de negociar normas espaciales internacionales.

El pasado 24 de junio el grupo de investigación de la RAND Corporation publicó el informe “La creciente tolerancia al riesgo de China en el espacio”, un estudio detallado, elaborado con información de fuentes abiertas del sector de defensa chino. El informe destaca que los líderes chinos percibieron un cambio global, con China ascendiendo para superar a los EE.UU. como la mayor potencia mundial, también describe que los líderes militares chinos ven a los EE.UU. como una amenaza y no desean trabajar con ellos para detener la escalada de las crisis globales.

La perenne innovación, así como las tecnologías disruptivas en el sector espacial militar son una fuente de superioridad global para las potencias en pugna, que producen gran incertidumbre sobre las actividades encubiertas relacionadas con la militarización del espacio y específicamente el emplazamiento de armas ASAT en la órbitas de la Tierra; considerados desarrollos amenazantes en las misiones y tecnologías espaciales. Las operaciones satelitales de gobiernos, agencias espaciales y empresas buscan el dominio espacial, un dominio físico sin reglas de enfrentamiento estandarizadas, importante para diferenciar a las tácticas defensivas de un acto de guerra, como lo definen los teóricos de la guerra en el espacio.

Los EE.UU. y su postura defensiva establecen la prioridad de proteger al país contra un ataque, disuadir una eventual agresión enemiga y mantener su hegemonía, entre otros objetivos. No obstante, la Fuerza Espacial de los EE.UU. (USSF), establecida en diciembre de 2019, no ha impedido que adversarios como China incrementen sus capacidades espaciales considerablemente, incluidas las armas defensivas en el espacio (ojivas nucleares balísticas, para proteger la seguridad del territorio nacional, mientras no produzcan escombros ni impulso electromagnético sobre la Línea de Kármán, ni orbiten la Tierra).

En contraparte, recientemente China creó una nueva fuerza, el Ejército Popular de Liberación (EPL), y esta reorganización tendrá repercusiones en el comando de sus fuerzas espaciales. La Comisión Militar Central, anunció el pasado 19 de abril la Fuerza de Apoyo de Información (ISF) del EPL. La ISF está reemplazando a la Fuerza de Apoyo Estratégico (SSF), que comandaba las fuerzas espaciales del EPL; esta fuerza de apoyo de información es una nueva rama estratégica del ejército chino y un pilar clave en la coordinación y aplicación del sistema de información en red. Se trata de la mayor reorganización del EPL desde 2015, cuando se creó la SSF, una fuerza enfocada en consolidar las capacidades de guerra espacial, cibernética, electrónica y psicológica bajo la misma estructura, con la finalidad de proteger sus propios activos espaciales y desarrollar capacidades para amenazar los sistemas espaciales de sus adversarios. El anuncio oficial del EPL subrayó que ahora China cuenta con cuatro servicios: el Ejército, la Marina, la Fuerza Aérea y la Fuerza de Cohetes, y cuatro ramas que incluyen la Fuerza Aeroespacial (ASF), la Fuerza Ciberespacial, la Fuerza de Apoyo a la Información y la Fuerza de Apoyo Logístico Conjunto.

La postura defensiva estadounidense y sus capacidades contraespaciales incluyen el uso de armas nucleares y armas de destrucción masiva en el espacio, a través de impulsos electromagnéticos con capacidad de destruir activos espaciales y dispositivos electrónicos a grandes distancias. Por ello, las Naciones Unidas deben garantizar la seguridad de las operaciones espaciales prohibiendo que toda arma espacial que pueda generar desechos sea emplazada en las órbitas LEO o GEO y así evitar y reducir la contaminación de desechos espaciales que giran alrededor de la Tierra.

A grandes rasgos, podemos decir que el estado actual del control de armamentos en el espacio es complejo y cambiante. Por un lado, la creciente dependencia de la tecnología espacial en la vida cotidiana ha aumentado la conciencia sobre la vulnerabilidad de los sistemas espaciales ante ataques, mientras que, por otro lado, la proliferación de actores espaciales, incluidas las empresas privadas, ha hecho más difícil la regulación del espacio.

Entre los principales desafíos actuales se encuentran: la falta de consenso en relación con la delimitación del espacio ultraterrestre (no existe un acuerdo internacional aunque se acepta que el espacio exterior inicia a partir de la Línea e Kármán, aproximadamente a los 100 kilómetros sobre la superficie terrestre), la definición de qué constituye un arma en el espacio y porque un satélite se considera un arma si se utiliza para interferir con las comunicaciones de otro país; la verificación del cumplimiento, es decir la forma en que se puede verificar si un país está cumpliendo con los tratados de control de armamentos en el espacio; y la proliferación de actores así como la regulación del comportamiento de los nuevos actores en el espacio, incluidas las empresas privadas.

Las perspectivas para el futuro del control de armamentos en el espacio son inciertas. Por un lado, existe un creciente reconocimiento de la necesidad de normas internacionales para una efectiva gobernanza del espacio, mientras que, por otro lado, las tensiones geopolíticas y la competencia por los recursos en la Luna y Marte a través de la NCE, dificultan el logro de consensos. El control de armamentos en el espacio es un tema complejo y multifacético que plantea importantes desafíos para la comunidad internacional. La militarización del espacio podría tener consecuencias desastrosas para la seguridad internacional, la seguridad espacial y la exploración pacífica del espacio.

Los responsables de las políticas sobre los tratados de control de armas espaciales, argumentan que se requiere un nuevo enfoque para superar los obstáculos históricos a dichos acuerdos, según un informe del Centro de Política y Estrategia Espacial de la Corporación Aeroespacial. Dicho informe señala que uno de los principales problemas que plantea el control de las armas espaciales es la dificultad de supervisar efectivamente el cumplimiento de los posibles acuerdos, cuestión agravada por la ambigüedad que rodea a lo que se considera un “arma espacial”, debido a la naturaleza de uso dual (civil y militar), de muchas tecnologías espaciales sujetas a controles de exportación. Los actuales avances tecnológicos mejoran considerablemente las capacidades de los EE.UU. y sus aliados para monitorear las actividades espaciales, haciendo más factible la verificación. El informe propone aprovechar las tecnologías de conocimiento de la situación espacial (SSA) y los métodos de recopilación de información para mejorar las capacidades de verificación, lo que implicaría la integración de datos de fuentes comerciales y académicas con los sistemas de vigilancia gubernamental y podría generar una mayor confianza en un eventual mecanismo de verificación espacial.

Actualmente, los vínculos entre la defensa y el espacio se fortalecen, lo que permite a las naciones reflexionar acerca de sus prioridades en la adquisición de la tecnología espacial que necesitan y sobre las posibilidades reales de la guerra en el momento actual. Lo más relevante es confirmar que el espacio se está convirtiendo en la columna vertebral de la economía global, las aplicaciones espaciales están en el centro de cuestiones relevantes como la navegación, la comunicación y la sostenibilidad, pero, sobre todo, están demostrando cada vez más su importancia crítica para la defensa. Por lo tanto, la cooperación internacional es fundamental para que los Estados trabajen juntos en el desarrollo de un marco legal sólido y efectivo en aras de la gobernanza del espacio y para ello, debe considerarse el fortalecimiento del marco legal existente, que implica negociar nuevos tratados o acuerdos para enmendar las lagunas del OST; el desarrollo de tecnologías de verificación, para comprobar el cumplimiento de los tratados de control de armamentos y la cooperación entre los Estados, que es esencial para desarrollar normas internacionales efectivas para las actividades humanas en el espacio. México siempre ha sido un actor relevante en la COPUOS y en particular en la codificación del derecho espacial, es momento de que nuestro país asuma -de nueva cuenta- una actitud proactiva acorde con las necesidades urgentes para el sostenimiento de la paz y seguridad internacional, que garantice el uso pacífico, responsable y sostenible del espacio, impulsando iniciativas que fortalezcan la seguridad espacial y reduzcan los riesgos y amenazas para la humanidad y el planeta.

 

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