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27/12/2024

La creciente militarización del espacio en la nueva carrera espacial

Fermín Romero / Viernes, 16 Agosto 2024 - 01:00

La militarización del espacio ultraterrestre es un tema cada vez más preocupante en el contexto de la nueva carrera espacial (NCE), por los crecientes riesgos que implica. La NCE -en cuyo trasfondo destaca la rivalidad y competencia entre las grandes potencias Estados Unidos, Rusia y China por el dominio espacial- incrementa la preocupación por la militarización con base en los recurrentes emplazamientos de nuevas armas y sistemas espaciales con fines militares como satélites espía, láseres espaciales y sistemas de intercepción de misiles en el espacio, por parte de estos países. Los avances tecnológicos conllevan a una creciente dependencia de los activos espaciales entre los que sobresalen los satélites para comunicaciones, navegación y otros servicios críticos, que se han convertido en objetivos atractivos para los ataques.

Aunque el Tratado del Espacio Exterior / Outer Space Treaty (OST) de 1967 prohíbe explícitamente el despliegue de armas de destrucción masiva en el espacio, así como la instalación de bases militares en los cuerpos celestes, la interpretación y aplicación de este tratado se ha vuelto más compleja en las últimas décadas, debido a la ambigüedad y vacío legal existentes. La falta de claridad en algunas disposiciones del OST mantiene una regulación laxa que permite interpretaciones divergentes sobre lo que constituye la actividad militar en el espacio. La eventual violación del OST -sin duda- socavaría el orden jurídico internacional generando un clima de desconfianza y debilitamiento del derecho espacial y derecho público internacional; además de dificultar la cooperación internacional en áreas como la ciencia y la tecnología, por mencionar algunas.

Esta situación, la militarización del espacio (sobre la que he reflexionado en varias colaboraciones recientes), está generando gradualmente una escalada de tensiones entre las potencias espaciales que, de no contenerse, puede desencadenar -en el mediano plazo- en una potencial e incontenible carrera armamentista espacial. Las eventuales consecuencias de un posible conflicto bélico en el espacio -lamentablemente- serían devastadoras, por decir lo menos, baste con bosquejar algunos de los daños o afectaciones previsibles para dimensionar el tamaño y alcance de éste: dañaría o destruiría satélites entre otras infraestructuras espaciales, con graves consecuencias para la órbita baja terrestre (LEO), e impactos negativos en el medio ambiente espacial (desechos espaciales y síndrome Kessler, como lo hemos analizado en previas colaboraciones), la economía global y diversos ámbitos de la vida cotidiana.

En esta perspectiva, la militarización del espacio ultraterrestre plantea un conjunto de desafíos complejos y de gran alcance para la seguridad nacional tanto de los países involucrados como del resto de los países en el orbe. A medida que la competencia por el dominio espacial entre las potencias se intensifica, las implicaciones geopolíticas se vuelven cada vez más evidentes y preocupantes, entre las que podemos destacar las siguientes:

Desestabilización del orden internacional. Una eventual carrera armamentista espacial puede resquebrajar el actual equilibrio de poder existente en el mundo y desencadenar una era de competencia geopolítica, con el riesgo de conflictos armados a gran escala, iniciando con los que existen actualmente, Ucrania y Medio oriente. La militarización del espacio puede tener un impacto negativo en la seguridad internacional, ya que los satélites son esenciales para una amplia gama de actividades humanas.

Debilitamiento del marco legal internacional. La militarización del espacio puede trastornar el orden jurídico internacional basado en tratados como el entramado legal alrededor del OST (tratados del espacio, principios y resoluciones de las Naciones Unidas). La falta de un consenso sobre la interpretación y aplicación del OST, en el ámbito del uso pacífico, puede generar mayor incertidumbre y aumento de las tensiones.

Vulnerabilidad de las infraestructuras críticas. Los satélites son esenciales para las comunicaciones, la navegación, la meteorología y múltiples servicios críticos, de hecho, la humanidad entera (no solo en las grandes ciudades), tiene una alta dependencia de los sistemas de posicionamiento global (GPS). Un ataque a los satélites GPS podría tener un impacto devastador en la logística militar, la navegación civil y la infraestructura crítica, sin contar con que podría paralizar economías enteras y pondría en riesgo la seguridad de millones de personas.

Disminución de la confianza estratégica. La opacidad en las actividades espaciales militares y la inexistencia de mecanismos de verificación crean desconfianza entre las potencias espaciales, aumentando el riesgo de malentendidos e inclusive de cálculos erróneos, que puede generar conflictos accidentales.

Nuevas arenas de conflicto. El espacio cuenta con el potencial de convertirse en un nuevo dominio de conflicto, lo que obligaría a los países a desarrollar nuevas capacidades militares, actualizar y a adaptar sus doctrinas de defensa en aspectos como: el despliegue de armas antisatélite que puede crear un entorno espacial hostil y aumentar el riesgo de conflictos accidentales; los ciberataques dirigidos a los sistemas de control de satélites (sistemas espaciales) pueden causar daños significativos y reducir la confianza en la infraestructura espacial; y los satélites espía, utilizados para recopilar inteligencia sobre las actividades militares de otros países, lo que aumenta las tensiones y el riesgo de conflicto. Es un hecho que la proliferación de armas en el espacio aumenta el riesgo de una escalada militar y convertiría el espacio en un lugar más peligroso de lo que originalmente es.

Impacto en la diplomacia y la cooperación internacional. La militarización del espacio puede dificultar la cooperación internacional en áreas como la ciencia y la tecnología entre muchas otras áreas relacionadas. La desconfianza mutua y la competencia por el dominio espacial obstaculizarían la colaboración en proyectos espaciales civiles pacíficos.

Impacto en la gobernanza de los recursos espaciales. A medida que los países buscan explotar los recursos del espacio (ISRU), la militarización puede complicar los esfuerzos para establecer un régimen de gobernanza equitativo, responsable y sostenible, e inclusive puede generar disputas entre las potencias espaciales por el usufructo de estos recursos en la Luna, por ahora.

En este escenario, si bien los EE.UU., Rusia y China cuentan con capacidades contraespaciales altamente sofisticadas, incluidas las armas nucleares, que los perfilan como potenciales adversarios en la NCE, el actual contexto geopolítico proyecta solo a los EE.UU. y a China como contendientes en la competencia por la explotación de los recursos de la Luna y, a Rusia -en todo caso- como socio de China, sin un programa propio. En la NCE la Fuerza Espacial de Estados Unidos / US Space Force (USSF) muestra una tendencia real, el creciente papel del espacio como dominio de guerra y su continua militarización. La competencia geopolítica, vinculada al desarrollo tecnológico, han convertido la órbita baja terrestre (LEO) en un activo muy codiciado que los EE.UU. desean controlar, como también China. A cinco años de su creación, el presupuesto de la USSF ya superó al de la NASA, aunque por el momento las actividades militares de la USSF se desarrollan a lo largo de la órbita terrestre, el rol que desempeñe en los próximos años -de la exploración espacial- puede ser un factor decisivo para el futuro de la humanidad en el espacio.

Hasta ahora la USSF utiliza distintos sistemas tanto terrestres como espaciales para realizar sus misiones o labores, como rastrear objetos en órbita. Estas tareas pueden incluir restos de desechos o satélites fuera de servicio, máquinas enemigas (algunos satélites de la USSF pueden acercarse a activos adversarios en órbita para vigilarlos de cerca), o rastrear misiles. La USSF también es responsable de proporcionar comunicaciones militares seguras a través de constelaciones de satélites especialmente diseñados para esos propósitos y de mantener el sistema de navegación GPS. Además, varias divisiones de la USSF realizan operaciones espaciales defensivas y ofensivas, cuya naturaleza es altamente clasificada, aunque estas, afortunadamente, no implican un combate orbital real ni métodos de destrucción cinética, debido a que una explosión en órbita causaría miles de fragmentos de desechos que dañarían a los satélites y las estaciones espaciales estadounidenses y de sus aliados (con potencial de desencadenar una reacción en cadena, Síndrome Kessler); por lo que -hasta ahora- el principal objetivo es cegar y aturdir a los satélites enemigos con armas electrónicas.

La mayor parte del equipo que utiliza la USSF tiene décadas en operación; al ser la rama de defensa más joven, heredó de otras entidades personal, instalaciones y sistemas existentes. Actualmente, como lo hemos señalado en colaboraciones recientes, la USSF está recurriendo al creciente sector espacial comercial de los EE.UU. para obtener nuevo equipo, apoyada en la Agencia de Desarrollo Espacial (SDA), la división para proyectos de vanguardia. La estrategia de la USSF es desplegar constelaciones compuestas por decenas de satélites más pequeños en lugar de unos pocos grandes, lo que hace que el sistema sea más resistente a los ataques de los adversarios; si un satélite es inutilizado, el sistema continúa funcionando.

 

La guerra, la inteligencia y la defensa actuales dependen en gran medida del espacio, los satélites -como ya se dijo- se utilizan para espiar y vigilar, para comunicaciones militares seguras, la navegación y muchas aplicaciones más. Una de las formas más fáciles de inhabilitar al ejército y el estilo de vida de un país es inutilizando algunos de sus satélites. Para los EE.UU. y sus constelaciones satelitales civiles y militares, la órbita es un sector altamente vulnerable. Por ello, según el Departamento de Defensa (DoD), la USSF no sólo vigila la órbita, también construye y protege sus propios activos espaciales militares y desarrolla capacidades ofensivas, además de proporcionar libertad de operación para los EE.UU. en, desde y hacia el espacio; proporciona operaciones espaciales rápidas y sostenidas; protege los intereses estadunidenses en el espacio; disuade la agresión en, desde y hacia el espacio; lleva a cabo operaciones espaciales en órbita; opera constelaciones satelitales en órbita en constante crecimiento cuyas especialidades van desde la navegación y las comunicaciones hasta el espionaje y el armamento; vuela el avión espacial X-37B de la Fuerza Aérea, este vehículo no tripulado es operado por Delta 9, responsable de la guerra orbital, y pasa años en órbita -aparentemente realizando experimentos altamente clasificados-, por lo que la USSF no dice nada al respecto.

 

La constelación más grande de la USSF es el sistema GPS, integrado por 31 satélites en la LEO, aunque también es responsable de varias constelaciones de comunicaciones militares más pequeñas en la órbita geoestacionaria (GEO), sistemas de detección de misiles y un par de satélites diseñados para espiar a satélites cercanos, en conjunto con la  Oficina Nacional de Reconocimiento National Reconnaissance Office (NRO), agencia estadounidense especializada en satélites espía, que desarrolla el SilentBarker, un sistema orbital capaz de detectar amenazas en la GEO; la NRO está mejorando las capacidades de inteligencia, vigilancia y reconocimiento de los EE.UU. con una amplia comunidad de socios industriales y académicos. La USSF a menudo se refiere a la creciente capacidad espacial de China como una amenaza potencial y como justificación principal de su crecimiento. La USSF se encuentra bajo la presión constante del Congreso de los EE.UU., para modernizarse más rápido y construir su nueva infraestructura a gran velocidad, aunque depende de una empresa, SpaceX.

 

Pero la creciente militarización del espacio por parte de la USSF, que pronto podría extenderse allende la órbita terrestre, sienta las bases para una disputa más compleja y preocupante; tanto los EE.UU. como China están desarrollando armas diseñadas para interferir los satélites del adversario, al tiempo que acusan constantemente al otro de militarizar el espacio y crear un entorno peligroso. Ambas potencias planean establecer asentamientos humanos de manera permanente en el polo sur lunar, en la siguiente década, por lo cual es previsible que su rivalidad militar se extienda a sus respectivos programas de exploración “científica” civil. El nivel en que las milicias estadounidense y china participen en misiones al espacio profundo determinará no sólo quién lo controla, sino también si la exploración es pacífica o beligerante. De ello están conscientes tanto la NASA y la USSF como la CNSA y cada potencia apuesta por su propio liderazgo en el espacio.

 

Y a todo esto, ¿cómo se percibe en el mundo la militarización del espacio?, en términos generales suscita una amplia gama de opiniones y posturas, dependiendo del actor involucrado. Por ejemplo, los gobiernos y agencias espaciales de las potencias espaciales, Estados Unidos, Rusia y China, como líderes en la exploración espacial, con intereses geoestratégicos significativos, expresan posturas ambiguas. Por un lado, reconocen la importancia de la cooperación internacional y la necesidad de evitar una nueva carrera armamentista (ahora espacial). Sin embargo, también invierten en tecnologías espaciales con fines militares y mantienen una postura defensiva, argumentando que necesitan proteger sus intereses nacionales. Las potencias espaciales emergentes como India, Japón y algunos miembros de la Unión Europea (UE-ESA), expresan una mayor preocupación por la militarización del espacio y abogan por un enfoque más cooperativo y pacífico. Estos países suelen depender en gran medida de los satélites para su desarrollo económico y social y se preocupan por los potenciales riesgos de un conflicto espacial. Las agencias espaciales civiles, como la NASA, la Agencia Espacial Europea (ESA) y la Agencia Espacial China (CNSA), suelen tener una postura más centrada en la exploración pacífica del espacio y la cooperación internacional. Sin embargo, sus actividades a menudo están estrechamente vinculadas a los intereses de seguridad nacional de sus respectivos países. 

En el sector privado, las empresas espaciales, tanto grandes como pequeñas, ven en la militarización del espacio una oportunidad de negocio y desarrollan tecnologías espaciales con fines militares y civiles, buscando maximizar sus beneficios. Las startups espaciales, financiadas por capital de riesgo, están impulsando la innovación en el sector espacial y desarrollando nuevas aplicaciones para tecnologías espaciales; varias de estas empresas tienen vínculos con el sector militar.

En la sociedad civil y las organizaciones internacionales, las organizaciones no gubernamentales (ONG) se ocupan de cuestiones de desarme y no proliferación nuclear y en general expresan una fuerte oposición a la militarización del espacio, argumentando que ésta socava la seguridad internacional y aumenta el riesgo de conflictos armados. Por su parte, los académicos y expertos en seguridad espacial y relaciones internacionales tienen opiniones diversas. Algunos advierten sobre los peligros de la militarización del espacio, mientras que otros argumentan que es inevitable y que debemos centrarnos en gestionar los riesgos. Las organizaciones internacionales (sistema multilateral) como las Naciones Unidas y otros organismos han adoptado resoluciones que condenan la militarización del espacio y promueven la cooperación internacional; sin embargo, su capacidad para hacer cumplir estas resoluciones es limitada.

Entre los factores que influyen en las opiniones sobre la militarización del espacio destacan los intereses nacionales de cada país, que juegan un papel fundamental en la determinación de su postura; la percepción de las amenazas a la seguridad nacional influye en la actitud hacia la militarización del espacio; la dependencia de los activos espaciales (satélites) para la economía y la sociedad civil influye en la preocupación por la seguridad espacial, así como los valores culturales y políticos de cada país también influyen en su postura sobre la militarización del espacio. A final de cuentas, la militarización del espacio es un tema complejo y controvertido que genera opiniones diversas entre los diferentes actores involucrados, donde la búsqueda de un consenso internacional sobre el tema es un desafío importante para la comunidad internacional.

Lo cierto es que la militarización del espacio representa una amenaza real y creciente para la seguridad nacional y la estabilidad internacional que requiere una respuesta global coordinada. La comunidad internacional debe trabajar de manera conjunta para establecer un marco normativo extenso, sólido y efectivo Por lo cual, es fundamental que las potencias espaciales y los demás países trabajen juntos en los foros multilaterales (e.g. COPUOS o inclusive crear una organización mundial del espacio, de ser necesario) para establecer normas claras que garanticen la seguridad y la sostenibilidad a largo plazo de la actividad humana en el espacio ultraterrestre, lo que necesariamente implica los siguientes aspectos:

El fortalecimiento del marco legal internacional. Es necesario actualizar y reforzar el OST para abordar los desafíos actuales y futuros de la seguridad espacial. 

Las medidas de transparencia y fomento de la confianza en las actividades relativas al espacio ultraterrestre. Las potencias espaciales deben aumentar la transparencia en sus actividades espaciales y fomentar medidas de fomento de la confianza para reducir el riesgo de malentendidos y conflictos.

El desarrollo de capacidades defensivas. Los países -en general- deben invertir en el desarrollo de capacidades defensivas para proteger sus activos espaciales y disuadir a los posibles agresores.

La falta de un mecanismo de verificación eficaz. La verificación del cumplimiento de los tratados espaciales es un desafío complejo debido a la naturaleza dual (civil y militar) de muchas tecnologías espaciales y a la dificultad de detectar las actividades militares en el espacio.

La definición de lo que constituye una actividad militar en el espacio. La falta de una definición clara y consensuada de lo que constituye una actividad militar en el espacio dificulta la aplicación de las normas internacionales.

La cooperación internacional. Es esencial para abordar los desafíos de la seguridad espacial y garantizar el uso pacífico del espacio ultraterrestre.La creciente influencia de los actores no estatales. La participación de actores no estatales, como empresas privadas y organizaciones criminales, en el espacio plantea nuevos desafíos para el derecho espacial.

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