La aviación en Venezuela enfrenta un panorama de mayor incertidumbre tras la toma de posesión de Nicolás Maduro para un nuevo mandato. Además de las existentes restricciones políticas y operativas, las decisiones unilaterales del régimen han profundizado la crisis en el sector, afectando tanto a aerolíneas como a pasajeros.
Desde el 28 de julio de 2024, la aviación venezolana ha estado sujeta a la voluntad directa del gobierno, lo que ha generado un entorno de vacilación para operadores y viajeros.
La reciente suspensión unilateral de vuelos entre Venezuela y Colombia, anunciada el pasado 10 de enero por el gobierno venezolano, es un ejemplo de estas medidas. Aunque inicialmente estaba prevista hasta el 13 de enero, la restricción fue modificada repentinamente y los vuelos se reanudaron inmediatamente.
A esto se suman las conexiones suspendidas con Panamá, Perú, República Dominicana y Chile, que desde 2024 no han sido reactivadas, a pesar de que los NOTAMs (avisos aéreos) expiraron en octubre.
Según la Asociación de Líneas Aéreas de Venezuela (ALAV), estas restricciones han reducido un 54% los vuelos internacionales, elevando los costos para pasajeros en más del 300% en comparación con meses previos.
Los ciudadanos venezolanos, tanto dentro como fuera del país, son quienes más sufren las consecuencias. A las dificultades de tiempo y costo para viajar, se añade la constante amenaza de cierres de fronteras o cancelaciones de vuelos.
El mercado aéreo, reducido y fragmentado, solo ofrece vuelos internacionales limitados hacia destinos clave como Bogotá, Ciudad de México, Estambul, Madrid o Moscú, pero con frecuencia no diaria.
En 2024, la aviación venezolana mostraba indicios de recuperación tras años de crisis. Operadores internacionales incrementaron su presencia en el país, mientras aerolíneas locales ampliaron rutas domésticas, reduciendo la dependencia de Caracas como hub principal. Según ALTA, Venezuela lideró el crecimiento regional en tráfico aéreo durante el primer trimestre de 2024, con aumentos del 60%.
No obstante, el contexto político y operativo limita estas mejoras. Las restricciones hacia Estados Unidos y otros mercados clave, sumadas a la incertidumbre en la planificación de vuelos, han puesto en pausa este prometedor avance.
La desconexión con mercados estratégicos como Estados Unidos, Panamá o Chile dificulta la recuperación. Con el regreso de Donald Trump al poder en Estados Unidos, existe el riesgo de nuevas sanciones, especialmente hacia la aerolínea Conviasa.
Además, las decisiones unilaterales del régimen impiden la planificación a largo plazo de aerolíneas y viajeros, lo que debilita la confianza en el sector: además un desfavorable tipo de cambio complicará la renovación de flota, dejando a Venezuela con una de las flotas más antiguas de la región.
Conviasa, mediante acuerdos cuestionables como la transferencia de aviones de Mahan Air, y operadores privados como LASER Airlines, que arriendan aeronaves en modalidad wet lease, son excepciones limitadas.
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